Por: Víctor Castro Castellar
La fundación de San Juan Nepomuceno, Bolívar, fue el resultado de la reorganización socio— económica de la denominada Provincia de Cartagena, una extensa región que hoy abarca territorios de los departamentos de Bolívar, Sucre, Córdoba, Atlántico, y gran parte de Antioquia y Magdalena. La Corona española en el Siglo XVIII, era una nación quebrada, producto de políticas económicas monopólicas y de extracción en sus colonias de ultramar, que le produjeron su propia ruina. En la reconocida obra del historiador uruguayo, Eduardo Galeano, “La venas abiertas de América Latina”, se registra una sentencia concluyente al respecto: “España ordenó la vaca, pero otros se tomaron la leche”.
El propósito de las autoridades españolas, entonces, era la de reordenar a la población dispersa que por años se había asentado monte adentro en los territorios de la Provincia de Cartagena. En el texto publicado por el inquieto investigador, Julio César Pérez Méndez, “Diario de un viage hecho en la provincia de Cartagena”, se observa que Don Antonio de la Torre y Miranda, hizo notables esfuerzos para reagrupar a los habitantes de una región considerada de difícil acceso para la época.
Era de vital importancia que los habitantes se agruparan en comarcas, las cuales a mediano plazo contribuyeran a las autoridades de la provincia cartagenera en materia impuestos, producción agrícola y ganadera, incluso, contribuyeran a mantener las creencias de la religión católica. “Don Juan de Torrezar Díaz Pimienta, a la sazón gobernador, le encargó a Antonio de la Torre: “en poblaciones formales las infinitas almas que Vivian dispersas en la Provincia.”
Fue una tarea difícil para el Teniente Coronel de la Torre asumir esa notable encomienda. Encontró resistencia a pesar de las dádivas y promesas protectoras. En ocasiones, como recio militar, a esos pueblos rebeldes les incendiaba las viviendas y arrestaba a sus líderes, si volvían a los lugares donde tradicionalmente se asentaron como comunidades. Cada pueblo era organizado en torno a un territorio que garantizara medios de subsistencia y vías de acceso para sus moradores. Por eso se hallan en las proximidades de arroyos —hoy cloacas y botaderos de desechos— y tierras fértiles para que pudieran hacer sus rozas. De la Torre, a los primeros habitantes, les repartía tierras y concedía un buen número de ganado vacuno y porcino para a aquellos que cumplían en quedarse en los sitios que demarcaba para sus asentamientos.
En el caso de San Juan Nepomuceno, sus primeros habitantes, fueron reclutados de territorios próximos (Corozal principalmente) y antes de echarle la bendición como pueblo, hizo varios viajes hasta que tuvo certeza de que sus moradores se quedarían en lugar indicado. En el diario publicado por el investigador Pérez, se registra las labores de delimitación que comandó Antonio de la Torre no sólo para fundar a San Juan Nepomuceno, sino a los pueblos que enclavan en los Montes de María. Ya en 1775, hay evidencia de la organización a esas comunidades dispersas para que integraran las nuevas poblaciones legítimamente constituidas por las autoridades de la provincia.
El día 10 de agosto de 1776, don Antonio de la Torre, funda la población de San Juan Nepomuceno, después de haber echado la bendición a Nuestra Señora del Carmen el 6 de agosto(hoy Carmen de Bolívar) y al cercano municipio de San Jacinto, 8 de agosto. Así fueron oficializadas por el teniente Coronel las fundaciones de numerosos pueblos de la región de los Montes de María. Estos pueblos no dejaron de ser rurales hasta muy adentrado el siglo XX, continuaron con muchas dificultades para la supervivencia y el bienestar social. No todos los habitantes tenían acceso a la educación; era un privilegio aprender a leer y escribir. Por mucho tiempo el lápiz fue el machete con que se escribía la historia monte adentro. Hoy los problemas son otros, ahora con la novedad de que el campo se queda sin sus naturales moradores.
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