El veedor William Dau Chamat volvería trizas el contrato 02 del 30 marzo celebrado entre el Distrito de Cartagena y la empresa Veneplast. Su agudeza de investigador neto, lo llevaría a determinar las razones por las cuales la administración de Cartagena le compra alimentos a una compañía cuyo objeto social es la venta de papelería, libros y útiles escolares.
La misma beligerancia del veedor lo llevaría a buscar la relación entre el Acalde y el señor Humberto José Álvarez Quintero, representante de Veneplast y posiblemente nos sorprendería con algún tipo de relación de amistad o de negocios entre el contratista y el mismo mandatario local e incluso, el veedor se aventuraría a entretejer algún tipo de maraña de corrupción.
Al veedor no lo convencería el hecho de que muy en el fondo de su objeto social la empresa Veneplast podría vender alimentos y productos comestibles y de aseo y cuestionaría el hecho de que su negocio esencial es la venta de cuadernos y útiles escolares y no el suministro de mercados para atender la emergencia alimentaria en Cartagena.
También cuestionaría el hecho de que para cumplir con el contrato por 890 millones de pesos la empresa Veneplast tendría que subcontratar con mayoristas expertos en la venta y embalaje de alimentos lo que implicaría sobrecostos en la compra de los alimentos.
Incluso, el veedor Dau se tomaría el trabajo de ir a algún supermercado para preguntar por el costo de un mercado básico para compararlo con el costo contratado con Veneplast para determinar el sobrecosto de la intermediación. Al final veedor no dudaría en presentar el caso en sus abultadas redes sociales y tildar de malandrines a los gestores del polémico contrato.
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