Cartagena, fue «concebida» como la Reina del Caribe desde su fundación

Textos y fotos. Moraima Salom Villalba

Aprovechando el cumpleaños de Cartagena transcribo a continuación el texto “Cartagena secular” que guardaba en mi archivo personal y cuyo autor es anónimo. Las fotografías que presentamos la mayoría son dibujos de campo del italiano Jerónimo Benzoni, un explorador, marino y cronista del siglo XVI que emprendió viaje, a las 22 años de edad, a las Indias en 1541 y anduvo viajando más de 14 por Panamá, Haití, Puerto Rico, Ecuador, Cuba y Perú. Publicó en Venecia en 1565 “Storia del Mondo Nuovo”.

Cartagena secular

El 14 de enero de 1533 entraban a la bahía de Cartagena unos navichuelos, venían desde las remotas playas de San Lucar de Barrameda surcando el Atlante cual una traviesa banda de alciones y coronaban la peligrosa travesía tras cuatro meses de duro bregar.

Atracaron en la marina ribera y sus tripulantes y pasajeros dando gracias al cielo, saltaron a tierra. ¿Quiénes aquellos peregrinos?. Don Pedro de Heredia, el noble madrileño quien traía en su jubón el Asiento firmado por el Rey para la conquista y reducción de aquellas tierras. Con él, Pedro Martínez de Agramonte, Alonso López de Ayala, Francisco de Logroño, Juan de Villoria, Alonso de Montemayor, Gómez Becerra, Alonso de Saavedra y el sevillano Pedro de Alcázar, y cien capitanes más que hicieron sus nombres famosos en las guerras y jornadas de estas Indias del Mar Océano.

Anduvo la tierra Pedro batallando y conquistando, la trasegó también en demanda de un sitio apropiado para fundar la ciudad que había de ser centro y eje de su Gobernación. Y tras de explorar las costas del Caribe, las márgenes del Magdalena, los apacibles valles del Dique, no habiendo hallado el sitio que soñaba para levantar esta nueva dama de sus pensamientos, decidió retomar al punto de partida para poblar en él, porque su encanto había triunfado en aquella exquisita escogencia.

Y así, un primero de junio del año de gracia de 1533 en nombre de Su Majestad decidió fundar la gran ciudad, reina del Caribe!. Difícilmente había podido hallar Pedro en esta Tierrafirme un lugar más encantador para asentar la ciudad, de un lado las ondas marinas cuyas espumas acariciaban la playa con sus blancos besos, del otro las dormidas aguas de la bahía, cuyo azul profundo parece recoger la sonrisa de aquellos cielos, y en el fondo la empinada Popa de la Galera que florece en perenne verdor!.

Regio panorama esmaltado con las más delicadas policromías y de cuyo centro, ante el conjuro conquistador, surgía Cartagena de Indias (…). El oro del Finzenú abrió sus compuertas y dio su refulgente catarata no igualada en los anales de las Indias. En su puerto famoso anclaron las poderosas flotas de Tierrafirme, y los vientres de sus barcos al vaciar sus preciosas mercaderías para realizarlas en la rica ‘feria de los galeones’ llenábanse para el regreso de los tesoros de oro, plata, esmeraldas, bálsamos y caobas que el Nuevo reino enviaba a Castilla.

Los piratas la codiciaron cual nueva Sulamitha y sus galeras recibieron muchas veces el castigo del hidalgo español. Bajo su casar ennoblecido por los pétreos escudos han florecido claros varones que ilustraron la Patria en las armas y en las letras siglo tras siglo.

 

 

 

 

 

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