Un polvorín social en ciernes ha provocado el actual gobierno de Duque y no hay demagogia que valga para evitar que estalle. Hay una indignación creciente en la sociedad colombiana. Parece que el vaso que rebosó la copa fue el mal llamado proyecto de ley de Trasformación Social Sostenible, un perfecto disfraz eufemístico para no llamar a las cosas por su nombre: atraco a la clase media o reforma tributaria que no resistió el embate de la protesta social y fue retirada. A pesar de que tiene programa de televisión y algunos medios a disposición, muy pocos le creen. El paro nacional que se inició el 28 abril es una bofetada a sus nefastas políticas.
El señor sub presidente se dedicó a volver trizas el acuerdo de Paz logrado entre la extinta guerrilla de la FARC y el pasado gobierno Santos. Sin duda esos acuerdos eran una hoja de ruta para poner en marcha por todos los colombianos todas las instituciones estales, incluso privadas e internacionales, pero el primero que se atravesó en el camino fue el mismo Duque.
El primer año de su mandato se dedicó a obstruir la conformación y marcha de la Justicia para la Paz, JEP. Su argumento demagógico y mezquino con el pueblo colombiano giró en torno a su consigna “Paz con la legalidad”, pasando por encima de todo el ordenamiento jurídico que se construía a favor de la reconciliación nacional. Sin duda su “paz con legalidad” no fue más que otra talanquera demagógica para frenar las esperanzadoras expectativas que generaron los acuerdos de la Habana y Bogotá.
Esa consigna volvió trizas, por ejemplo, los acuerdos en torno a la erradicación manual de los cultivos ilícitos y la sustitución gradual de los mismos. Hoy el gobierno Duque le apuesta a las balas y al glifosato, poniendo en riesgo la rica fauna y flora del país. Una política contra el narcotráfico que no dio resultado en muchos años y que ahora la retoma como bandera para hacerle frente a un problema no se resuelve echando veneno a la naturaleza.
Por otra parte, el polvorín se alimenta con la sangre de excombatientes asesinados sistemáticamente por una mano negra que siempre actúa en contra de los que buscan reinsertarse a la vida civil. A lo largo y ancho del país los matan impunemente. Algo parecido sucede con los líderes sociales. Colombianos dedicados a la defensa de derechos humanos y ambientales que sólo buscan la armonía con la naturaleza y la vida humana y de las mismas comunidades.
El sur occidente del país es una caldera donde no llegan sino las soluciones con balas. Mientras tanto en esa región, las masacres van en aumento y no se avizora una solución pronta. Con una Fiscalía de bolsillo, las investigaciones judiciales se ralentizan y se ponen al servicio de personajes como el siniestro ex senador Álvaro Uribe.
La pandemia que en un principio se le apareció como la virgen, se le está convirtiendo en un demonio de mil cabezas. Duque no supo aprovechar el cuartico de hora y se le viene encima más de 21 millones de pobres que sufren el descalabro de la pandemia. Lo que se le ocurrió, de manera inoportuna, fue crear una reforma para quitarle plata a los más necesitados y volver trizas los escasos recursos de la clase media, clase que ya venía dando tumbos por esas políticas laborales que no miran sino el recorte de salarial y pensional, entre otros.
Mientras las grandes empresas e inversionistas propios y extranjeros, reciben exenciones tributarias, los medianos y pequeños empresarios, incluida la clase media, les siguen retorciendo el pescuezo para sacarle los pesos del bolsillo. La Reforma Tributaria puede convertirse en el detonante que facilite el estallido social.
Con este polvorín social, señor sub presidente, no creo que termine su mandato si sigue con esa manera de llamar a la unidad que no se ve ni siquiera en su partido. Tener dignidad sería que renunciara, pero, ¡qué va!, hay mucho por repartir a las sanguijuelas que viven de lo público, sobre todo un partido de gobierno incendiario que no piensa sino en sacarle provecho al Estado.
El polvorín social estallará pronto. Como ciudadano no tengo nada que perder y mucho que ganar ante tanta desfachatez de este gobierno.
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