Por Moraima Salom Villalba
Un 11 de agosto de 1995 el Auditorio Getsemaní de Cartagena de Indias fue el escenario escogido por el cantautor Carlos Vives y su agrupación “La Provincia” para el lanzamiento del álbum más relevante e impactante de la música colombiana por su significación y sus características.
En las profundidades de “La tierra del olvido” circula la sustancia de la fusión en 11 canciones, cuyas raíces fundidas están compuestas principalmente por sonidos locales y otros que vienen de afuera, como consecuencia de lo que experimentó Vives con el álbum “Escalona: Un canto a la vida” (1991) y luego con los “Clásicos de la Provincia” (1993) que originaría “La tierra del olvido” (1995) y en su prolongación “Tengo fe” (1997), “El amor de mi tierra” (1999), “Déjame entrar” (2001), “El rock de mi pueblo” (2004), “Corazón profundo” (2013), “Mas corazón profundo” (2014), “Vives” primer álbum homónimo (2017) y “Cumbiana” (2020), en un proceso que continua en la actualidad.
Con la serie de televisión “Escalona” que protagonizó, en honor al compositor vallenato Rafael Escalona y con el disco del mismo nombre, Vives percibe un cambio en su estado de ánimo y allí empieza su catarsis. Al poner de manifiesto esta descarga emotiva y su afinidad con el público se hace posible ensayar un proyecto luminoso.
En los “Clásicos de la Provincia”, se muestra su pensar en el modo de llevar a cabo su obra, con la agrupación que lo acompañará en su marcha, “La Provincia”. Con esta colección de vallenatos inicia una gira internacional (1994) de gran éxito y pasó a ser el niño mimado de Colombia.
En “La tierra del olvido”, ocurre una simetría con respecto a un referente fijo o eje con la música local (vallenato) y la fusión con otros géneros, que al ser interpretada suelta el “acero fundido” salido de los movimientos de su corazón. En esta nueva propuesta las canciones se componen de un núcleo antiguo y de influencias de otros géneros como la champeta, el rock y la cumbia. El rasgo característico del núcleo lo constituyen los sonidos de las gaitas indígenas, los tambores y el acordeón. Sonidos, que hoy, están asociados y convergen en un movimiento recíproco y constante de muchos músicos en el país.
“La tierra del olvido, se convirtió en una armadura, que evoca un canto a Colombia, cuyos habitantes dejaron de sentir amor por ella, hace más de medio siglo de violencia a causa de las luchas internas, que parece no ser suficiente, porque aún no cesa, lo que ensombrece la vida nacional; es también la metáfora del planeta olvidado. Incluso, un homenaje a “Cien años de soledad”.
Vives bebió de la fuente de los juglares y juglaresas (Alejandro Duran, Rafael Escalona, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta, Adolfo Pacheco, José Barros, Lucho Bermúdez, Antonio Fernández, Andrés Landero, Emilia Herrera, Petrona Martínez, Estercita Forero, etc.) quienes compusieron canciones no como “hechos inmutables”, sino como una forma muy dinámica. Oxígeno que, es absorbido y del cual surgen nuevos compositores, nuevos intérpretes y nuevos músicos.
Conjuntamente las canciones de los juglares proporcionan datos para la confección de nuevas canciones dando lugar a una soldadura entre ellas. Por ejemplo, la composición de Andrés Cepeda y Fonseca, titulada “Te entrego mi corazón”. Cuyas costuras y bordes de soldadura sobre una, singular y valiosa, tela precolombina, van en distintas direcciones: Parrandas con acordeón…y la alegría de mi voz en carnavales, esas fiestas del Sur… y los joropos que despiertan morichales… el bambuco y su aroma de cafetales… y así aprendí que a veces lloran los guaduales… y que una casa se hace en el aire… de cumbia bajo la luna de Barranquilla.
Canciones constituidas a partir de un mestizaje cultural, con un eje de tradiciones y la agregación de una poética breve, nacida de la lírica popular. Carlos Vives esparció gotas de rocío sobre esta tierra olvidada, dejando un sedimento de alegría y esperanza, en un punto de interés, hace ya 25 años. Su música funde lo auténticamente racial con los sonidos modernos.
Cuanto más poderosa sea la fuerza de una corriente musical mayores serán las personas que podrá transportar, pues los sonidos de la música cuando penetran en el fondo del alma, funden su armonía hasta ensalzar la tierra.
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