Una muestra de la inventiva a la que deben recurrir los maestros para contactar y mantener comunicación con sus estudiantes es lo que ocurre en las instituciones de las veredas Leticia y Recreo- Canal del Dique, ubicadas a 45 minutos de Pasacaballos, corregimiento de Cartagena.
La gran mayoría de estos estudiantes viven en parcelas cercanas a la cabecera de la vereda en donde está el colegio y otros son hijos de cuidadores de fincas ubicados en la zona. En temporada normal presencial se presentaba el fenómeno del ausentismo de las aulas de clase, en esta época de pandemia esa situación se volvió peor. Por eso es un gran reto de los maestros el tratar de mantener la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo del Distrito.
Los docentes de las veredas Leticia y Recreo están cumpliendo con el desarrollo curricular desde sus casas como lo estableció el Gobierno. “Enviamos las guías, talleres, llamamos a los padres de familia y los enteramos del proceso de sus hijos, lo anterior en aras de mantener una comunicación fluida con la comunidad y de todo lo anterior son testigos la misma comunidad, los estudiantes y la personera estudiantil, quien muchas veces se ha tomado la vocería para hablar por los niños que no tienen la posibilidad de enviar sus trabajos”.
“La educación que se imparte a los niños rurales debe ser igual o más exigente que en las zonas urbanas, si tenemos en cuenta las dificultades del medio en el que habitan nuestros estudiantes, donde no están a la mano recursos pedagógicos mínimos como textos o una biblioteca, tecnológicos como el computador o una buena conectividad que el mejor de los casos cuenta con señal pero defectuosa, la existencia de un mobiliario adecuado, aulas cómodas y ventiladas, ni siquiera un laboratorio”, aseguran los docentes de estas dos veredas.
Agregan que esa desigualdad se da en un estado normal de desarrollo del calendario escolar que traían antes de la pandemia; qué se puede esperar de la educación en un contexto rural con pandemia a bordo donde no existe si quiera un puesto de salud digno, ni personas preparadas en el área de la salud para que ayuden a la comunidad a defender su vida y en donde lo poco que se “rebuscan” los habitantes es para medio sobrevivir, donde hay carencia total de hábitos de salubridad porque no existen los elementos para atacar este mal (COVID-19).
“Este panorama exige de nosotros como docentes un mayor compromiso que de igual modo se queda corto porque lo que se hace es enviar las guías por WhatsApp y no son resueltas a tiempo porque no tienen como recargar un celular y mucho menos tienen un computador o una Tablet; y si a eso se les suma que la escuela no tienen un internet por trámites burocráticos (contratación), se hace más difícil, casi que imposible, la realización y cumplimiento de las actividades propuestas por los docentes por parte de los alumnos”, aseguran los docentes.
Manifiestan que el Ministerio de Educación Nacional no tiene en cuenta que en estas zonas no hay agua potable y trata las escuelas como si fuesen empresas exigiendo resultados. “Sin embargo, lo docentes nos esmeramos en cumplir con nuestro compromiso, sin desconocer que también somos víctimas de esta pandemia por lo que el sector educativo debe ser mirado con mucha atención y responsabilidad por parte del Gobierno”.
Creemos como docentes y como padres de familia que una convocatoria a iniciar labores sin el lleno de requisitos de bioseguridad para instituciones educativas y sobre todo las del entorno rural es contraproducente y atenta contra el derecho a la vida, el llamado es a seguir trabajando por el desarrollo y bienestar de la educación de nuestros niños habitantes de poblaciones olvidadas como Leticia y Recreo, Canal del Dique.
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